Blog col·laboratiu

Aquest blog aplega alguns dels escrits fets pels participants en els tallers d'escriptura de la Raquel Picolo.
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dimecres, 6 de juny del 2018

TEMA - FINESTRES/VENTANAS - La joven de la ventana de MARI VERA




LA JOVEN DE LA VENTANA


Anochecía, paseaba lentamente absorto en sus pensamientos, tras aparcar en el garaje próximo a su apartamento, situado a las afueras de un pequeño pueblo a pocos minutos de la ciudad. Fumaba el último cigarrillo del día.
Aquella noche fue cuando la descubrió por primera vez tras los sucios cristales de la ventana del segundo piso del antiguo edificio que presidia su calle. Un edificio de cierto prestigio histórico, pendiente de reformar.
Se sorprendió, lo suponía vacio, paró y retrocedió hasta un rincón más oscuro de la calle, desde donde poder contemplar la imagen de la muchacha, sin ser visto. Ella, apartaba las viejas cortinas de encajes, rasgadas por el paso del tiempo y con ojos tristes miraba fijamente hacia el camino que al final de la calle se perdía en el cercano bosque. Su melena negra y rizaba  caía sobre los hombros y se intuía una especie de camisa blanca  cubriendo su cuerpo.
Carlos con sumo cuidado saco el móvil de su bolsillo, enfocaría la cámara hacia la ventana y con el zum acercaría la imagen de la joven para así conseguir una  visión más detallada y próxima. La muchacha seguía con la miraba fija hacia el camino. Quizás esperaba la llegada de alguien. ¿Sería una ocupa?- pensó. Su serena belleza lo cautivó. Ella, inesperadamente giró su cabeza y desapareció de su vista.  Aquella noche fue el principio de lo que más adelante se convertiría en una obsesión.
No se concentraba en el trabajo, estaba esperando que la jornada laboral acabara y únicamente se reunía con sus compañeros a tomar alguna cerveza hasta que anochecía, entonces con cualquier excusa se despedía de ellos, salía rápidamente hacía su coche dirección a su apartamento. Una vez allí, repetía la misma rutina noche tras noche, se refugiaba en el rincón de la calle que ocultaba su presencia y allí esperaba hasta que por fin la imagen de la joven aparecía en la ventana. Contemplarla furtivamente era todo lo que podía hacer. Su corazón se aceleraba, le invadía una sensación extraña, no podía controlar sus emociones, jamás se había sentido así. Se había enamorado perdidamente, ni lo entendía ni deseaba entenderlo pero el hecho era que la joven se había adueñado de su pensamiento y de todo su ser.
Un domingo por la mañana decidió acercarse al edificio, realmente el aspecto de éste era de abandono total, algunas ventanas tenían los cristales rotos. Nunca había reparado en ello, ese tramo de la calle generalmente lo hacía camino del parking siempre con prisas.
Se acercó a la puerta, estaba casi cerrada, empujó pero parecía atascada, insistió con toda la fuerza de la que fue capaz y cedió unos centímetros, los necesarios para que su delgado cuerpo pudiera acceder al interior. Todo estaba medio derruido, Subió los peldaños de dos en dos. Y llegó a la que pensó seria la vivienda que daba a la calle. La puerta estaba forzada, la cerradura rota, entró rápidamente hecho un vistazo general, allí no parecía que pudiera vivir nadie, atravesó el salón y abrió una puerta, parecía un aseo, avanzó, llegó a un dormitorio y efectivamente allí ante la ventana de espaldas a él se encontraba la joven. De repente un escalofrío recorrió su cuerpo, En ese momento comprendió lo que sucedía, pero estaba paralizado. Ella se giró sonriendo, se acercó levitando, sin apenas rozar el suelo, lo abrazó con sus calavéricas y frías manos. Y con su beso, sabor a muerte, selló para siempre su amor eterno.

María Vera López
Mayo 2018

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